Foto: https://www.festivaldepoesiademedellin.org/
ACUARELA DEL SOL PADILLA
La poeta, escritora y promotora cultural, Ana María Oviedo Palomares nació en Varela, Edo. Trujillo el 29 de septiembre de 1964. Hija de Mariana Palomares de Oviedo. Nieta del capitán Palomares.
Contrajo nupcias con Leonardo Ruiz, poeta, y el enlace tiene descendencia.
Estudió Letras en la Universidad de los Andes, ULA.
Ha ejercido los siguientes cargos: .Miembro fundador y directivo de la Red Nacional de Escritores, de los Talleres literarios del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, CELARG, en Caracas, y de la Casa de la Cultura de Maracay, Edo. Aragua; coordinadora del Taller Literario "Enriqueta Arvelo Larriva" de Barinitas, Edo. Barinas; organizadora y docente en el área litereraria en la Universidad Nacional Experimental para las Artes, UNEARTE, en el Edo. Portuguesa; y directora del Gabinete Ministerial de Cultura en el Edo. Barinas (2012).
Autora de poemarios, entre ellos, De fuego o de ceniza (1997), Dominio oscuro (1997), Flor de sal (2000), Ruegos (2001), y Crueles (2007).
Obtuvo el Premio del Concurso de Poesía para estudiantes, en la Universidad de Los Andes, ULA (1990).
TEXTOS EN ESPAÑOL - TEXTOS EM PORTUGUÊS
FESTIVAL MUNDIAL DE POESIA 3er. - ÁFRICA / AMÉRICA / ASIA / EUROPA / OCEANIA. Antologia 2007. Caracas: Casa Nacional de las Letras Andrés Bello, 2006. S. p.
Ex. bibl. Antonio Miranda
SOFÍA, LANZADA A UM TERRITORIO INDEFINIDO DEL OLVIDO, DICE:
No soy esperanza del mundo
ando sin dioses
y no creo en héroes desde que me los mataron en Bolivia.
¿Cuál pátria , si nos han desterrado?
Torturaron a mi madre
y la abuela se quedó sin rostro.
Me declaro culpable porque se me rompe adentro
quien grita en el fondo es una mujer anónima
un cuerpo desnudo que se asquea de su sombra
que teme.
Juzgo mi truncado suicídio
los cadáveres que vomito cada vez que regresas
cada vez que te ódio
y me ahorco en silencio para olvidarte.
Cargo conmigo el peso del caído
y no lo merezco
merezco en cambio esta boca partida.
*
La mirada de mi viejo se perde entre caminos inventados
por hormigas
y le gusta jugar a dissipar horrores
cantar papalotes mientras todo se derrumba
mirar al asesino y hacerme sonreír que vale más que
romperle la cara.
Mi viejo reinventa su discurso cada tarde
y cada día ve más fuerte
y cada día ve más hacia atrás por si alguien nos sigue.
Del otro lado siempre es la misma bala pero con otras manos.
Mi viejo llega a casa y la habita de todos sus muertos
a veces los escucho cebándose un mate para la conversa
mi casa preña de memoria abre las ventanas para que la
montaña tenga buena siesta
y repose en mi alfombra com todas sus flores y fusiles.
Mi viejo se grita para adentro el venceremos
ahora que sólo tiene un nombre
que camina sin máscaras
mi viejo grita y sabe que el rojo no es color de todo el mundo
que el rojo es sangre
es conversar cada noche con los muertos
sembrar en los hijos la esperanza
esa que para no morirnos nos pertenece.
TU CAMPO DESCALZO
Fueron esas manos frotando con jabón azul las once camisas
rojas, blancas, luego azules, beiges, sobre la batea de granito
en el pátio de la casa
fueron esas manos salvando del fuego y las paredes
las criaturas que pariste en la cama, donde durante años
amaste, donde morriste, Domitila
fueron esas manos quemándose en la olla carbonada, la
colectividad de la avena caliente, el espeso olor de la canela
despertaba las narices de esos que tus manos todas las
mañanas tocaban con la levedad de la ternura repartida
fueron esas manos , Domitilla, sembrando el conuco
inversímil frente a una embotellladora coca-cola, las bocinas
de los camiones al mediodía anunciaban la carga y la llegada
de los hijos
—Antímano sobrevolando en la memoria de tu campo descalzo—
fueron esas manos, Domitila, las que escondieron por ternura
que es convicción , por maternidad animal que es ideología,
a ese cuerpo de tu sangre que hablaba de igualdad y mundo
nuevo, no valío metralla, no valió amenaza, Domitila.
fueron esas manos calmando mi llanto, el hambre de mi leche
perseguida
fueron esas manos, Domitila, las que nos hicieron nombre en
la ternura
el combate no se llevó a tus hijos
trajo de regresso nuestras manos, la mía, Domitila, que no te reza
que ata sus cordones, que monta cielo y no entiende el llanto
infante del padre
el mismo, Domitila, que guarda tu historia —la suya, la mía—
como el entendimiento de un dios humano (sólo por eso no es
ateo, tú lo sabías, Domitila
fueron esas manos, las cuarteadas, tus manos, Domitila, que
son la práctica de todos nuestros sueños, sólo eso, tus manos y
la ternura que supo nacer de sus tejidos
*
TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução: ANTONIO MIRANDA
SOFÍA, LANÇADA A UM TERRITÓRIO INDEFINIDO DO OLVIDO, DISSE:
Não sou a esperança do mundo
ando sem os deuses
e não creio em heróis desde que me os mataram na Bolívia.
Qual pátria , se nos desterraram?
Torturaram minha mãe
e a avó ficou sem rosto.
Me declaro culpável porque me rompe por dentro
quem grita no fundo é uma mulher anônima
um corpo despido com asco de sua sombra
que teme.
Julgo meu truncado suicídio
os cadáveres que vomito cada vez que regressas
cada vez que te odeio
e me enforco no silêncio para olvidar-te.
Carrego comigo o peso da queda e não o mereço
mereço em troca esta boca partida.
*
O olhar de meu velho se perde pelos caminhos inventados
por formigas
e ele gosta de tentar dissipar horrores
cantar pipas voando enquanto tudo se desmorona
mirar o assassino e fazer-me sorrir pois vale mais que
romper a cara dele.
Meu velho reinventa seu discurso a cada tarde
e a cada dia vê mais forte
e todo dia vê mais para trás para saber se alguém nos segue.
Do outro lado sempre é a mesma bala mas com outras mãos.
Meu velho chega em casa e a habita com todos os seus mortos
às vezes eu os escuto tomando um mate para a conversa
minha casa prenha de memória abre as janelas para que a
montanha mantenha seu melhor cochilo
e repouse em meu tapete com todas as suas flores e fuzis.
Meu velho grita para dentro que venceremos
agora que apenas tem um nome
que caminha sem máscaras
meu velho grita e sabe que vermelho não é a cor do mundo inteiro
que o vermelho é sangue
é conversar a cada noite com os mortos
semear nos filhos a esperança
essa que para não morremos nos pertence.
TEU CAMPO DESCALÇO
Foram essas mãos esfregando com sabão azul as onze camisas
vermelhas, brancas, depois azuis, beges, sobre a banheira de granito
no pátio da casa
foram essas mãos salvando do fogo e as paredes
as criaturas que pariste na cama, onde durante anos
amaste, onde morreste, Domitila
foram essas mãos queimando-se na panela carbonatada, a
quantidade da aveia quente, o espesso odor de canela
despertava narizes desses que tuas mãos todas as
manhãs tocavam com a leveza da ternura repartida
foram essas mãos , Domitila, semeando o conuco
improvável diante de uma engarrafadora de coca-cola, as buzinas
dos caminhões ao meio dia anunciavam a carga e a chegada
dos filhos
—Antímano sobrevoando na memória de teu campo descalço—
foram essas mãos, Domitila, que esconderam com ternura
que é convicção , por maternidade animal que é ideologia,
a esse corpo de teu sangre que falava de igualdade e o mundo
novo, não valeu a metralha, não valeu a ameaça, Domitila.
foram essas mãos acalmando o meu pranto, a fome de meu leite
perseguida
foram essas mãos, Domitila, as que nos se tornaram nome
na ternura
o combate não levou os teus filhos
trouxe de volta as nossas mãos, a minha, Domitila, que não te reza
que ata seus cordões, que monta o céu e não entende o pranto
infante do pai
o mesmo, Domitila, que conserva a tua história —a sua, a minha—
como o entendimento de um deus humano (apenas por isso não é
ateu, tu sabias, Domitila
foram essas mãos, as rachadas, tuas mãos, Domitila, que
são a prática de todos os nossos sonhos, apenas isso, tuas mãos e
a ternura que soube nascer de seus tecidos
*
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Página publicada em maio de 2021
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